Cómo me veo yo

Soy una persona curiosa por naturaleza. Necesito entender las cosas en profundidad, ya sea una canción, un equipo de sonido, una experiencia con amigos o una idea de proyecto. Me gusta ir más allá de la superficie: saber de dónde viene, por qué funciona y cómo se puede hacer mejor.

La música es una de mis formas principales de conexión con el mundo. No la concibo solo como «sonido de fondo», sino como una experiencia completa: historias, emociones, detalles sonoros, silencios… De ahí nacen proyectos como Sound Deluxe y HiFi Café, espacios donde intento cuidar tanto lo que se escucha como la manera en que se escucha.

Soy bastante autoexigente y detallista: me gusta tener las cosas bien pensadas, estructuradas y alineadas con lo que siento. Puedo ser muy creativa, pero siempre con una parte práctica: si tengo una idea, quiero saber cómo llevarla a la realidad, qué hace falta, qué pasos hay y cómo hacerlo sostenible.

Valoro la calma, la honestidad y las relaciones auténticas. Me gusta crear espacios —físicos o digitales— donde la gente se sienta a gusto, escuchada y parte de algo compartido. Al final, creo que la música, las ideas e incluso los proyectos se viven mejor cuando no se viven en soledad.

Cómo me ven los demás

Quien me conoce suele describirme como una persona muy curiosa y observadora, que siempre hace preguntas y busca entender el «por qué» de todo.

Me ven como una persona creativa pero con los pies en la tierra, capaz de convertir una idea en un proyecto con estructura, pasos y calendario.

A menudo dicen que soy una persona apasionada por la música, no solo como hobby, sino como lenguaje y herramienta para conectar personas.

También me definen como alguien detallista y perfeccionista, que se fija en el diseño, las palabras, el sonido y la experiencia global.

Me ven como una persona inquieta intelectualmente, siempre estudiando algo nuevo: psicología, historia, tecnología, inteligencia artificial, temas legales…

Y, sobre todo, como una persona cercana y cálida, con ganas de crear comunidad y de reunir gente alrededor de una mesa, de un disco o de una buena conversación.

Dicen que tengo esa mezcla entre «cabeza analítica» y «corazón muy sensible»: puedo hablar de números, estructuras y estrategias, pero también emocionarme con una canción, una historia bien contada o una experiencia compartida que funciona.